A pesar de haber vivido en esta ciudad durante treinta años, el encanto del octubre romano no deja de sorprenderme. En una capital blindada por el G20, mi esposo y yo conducimos hasta la cima del Gianicolo y nos detenemos al pie del Fontanone: es inevitable asociar este lugar con La Grande Bellezza de Paolo Sorrentino y, como en la película, yo casi espero ver al Coro de Santa Cecilia mientras entona sus notas en el balcón. Para el disparo de cañón, sin embargo, tendremos que esperar un poco más: falta una hora para el mediodía.

Debajo de nosotros, Roma se deja acariciar con picardía por el calor del sol otoñal. Caminamos unos metros hasta la plaza de San Pietro in Montorio y, abriéndonos paso entre una multitud de elegantes invitados a la boda y un grupo de guardias uniformados esperando para festejar a los recién casados, encontramos a Gonzalo Golpe, editor de arte, docente y poeta que desde hace más de 15 años sigue dejando su huella imborrable en libros, exposiciones de arte, sitios web y aplicaciones informáticas. Originario de Madrid, llegó a Roma en febrero de 2021 para una residencia artística en la Real Academia de España, ubicada en el claustro de un antiguo monasterio, que fue construido entre 1481 y 1500 por los reyes católicos Isabel de Castilla y Fernando II de Aragón.

Cada año la Academia, fundada en 1873 con el objetivo de promover la formación de artistas, restauradores e investigadores, otorga becas y residencias a artistas hispanohablantes que trabajan en diferentes disciplinas y Gonzalo Golpe, un viejo conocido nuestro, es uno de los becados de este año. Él, junto a su compañera Marcela, nos guían por los pasillos de la Academia.

En cada rincón de este magnífico edificio se respira arte e historia. Cada ventana revela unas vistas impresionantes. Visitamos varias salas, cada una dedicada a un artista y proyecto diferente. En una de las paredes noto fotografías tristemente familiares: representan el Renault 4 rojo en el que el 9 de mayo de 1978 fue encontrado el cuerpo sin vida de Aldo Moro en Via Caetani. Una página negra en la historia reciente de Italia, que viví de cerca durante mis primeros años en Roma. En el fondo, detrás del coche, un cartel anuncia Antiquarium Comunale, la exposición sobre Roma desde sus orígenes hasta la República que, en aquellos días, se desarrollaba en el Palazzo Caffarelli. Las fotografías forman parte de un proyecto del artista Álan Carrasco titulado Como un latido del corazón y, en esta superposición de imágenes, veo el rostro complejo de la ciudad Caput Mundi que durante milenios ha hecho soñar a la gente por su incomparable belleza pero que al mismo tiempo, por mil motivos diferentes, obliga a los romanos a afrontar una difícil realidad cotidiana.

El recorrido continúa, el claustro interno con la fuente en el centro hace de marco a la exposición. Conocemos a Mar Sáez, otra artista en residencia, que nos habla de su proyecto Terza Vita:

“Este trabajo - explica - pretende ser una lectura en profundidad de cómo nos relacionamos en las ciudades del siglo XXI durante la pandemia. Nos preguntamos cómo conviven los habitantes de una ciudad que limita sus movimientos, cierra sus bares, restaurantes, museos; de manera más general, nos preguntamos qué es la libertad. Terza vita estudia el concepto de libertad en un sentido amplio y unánime, si no francamente paradójico. Para ello, he combinado la fotografía con documentos, grabaciones de vídeo y entrevistas en audio. La libertad emana una carga profunda, una fuerza enraizada en la sensualidad misma del ser humano y perfectamente encarnada por la ciudad de Roma: un ejercicio de seducción y celebración de la fugacidad; un apetito por la vida”.

Para mí, sumergirme en el arte es una oportunidad siempre agradable, pero escuchar a un artista describir su proyecto es un privilegio poco común y hace que la experiencia sea preciosa y única. Este es el estado de ánimo que me acompaña cuando, al finalizar nuestro recorrido, nos encontramos frente a la instalación de Gonzalo Golpe.

"Verba Volant - revela Gonzalo - forma parte del proyecto La Distancia, una investigación sobre lenguaje visual que estoy realizando aquí en la Academia y que ofrece una experiencia de lectura diferente, física e intuitiva, que convierte al lector en un sujeto activo que se mueve con el cuerpo y, al mismo tiempo, con la mente, los ojos y las emociones”.

Dispuestas en las paredes de un gran cubo de papel, decenas de fotografías se suceden en una sinfonía visual que utiliza las aves como hilo conductor: es un viaje a través del tiempo y el espacio. De Nueva York a Babilonia; del lenguaje tratado - y estudiado - como una ciencia a una tablilla cuneiforme que parece escrita por un pájaro; de la gramática universal de Chomsky a la teoría de la selección natural de Darwin; del lenguaje pensado como arma a la lengua materna: la primera, la más íntima, la que configura nuestro cerebro creando un vínculo entre pensamiento y palabra que, a lo largo de los años, será tan importante como el de la sangre.

La exposición, inaugurada el 7 de octubre pasado, podrá visitarse hasta el 15 de enero de 2022. “Después - nos informa Gonzalo - pasaré un rato en un lugar tranquilo, rodeado de naturaleza, para recargar energías y pensar en mi próximo proyecto”.

Antes de salir de la Academia, Gonzalo y Marcela nos llevan a su estudio, donde la luz que se filtra por los enormes ventanales ilumina una mesa sobre la que se disponen pequeños artefactos, fotografías y flores secas, con una precisión casi maníaca: una foto amarillenta en la balanza de arriba un diapasón, tres caballos de latón al galope, unos micropétalos para escudriñar con una lupa. Objetos aparentemente sin correlación pero que, en realidad, tienen un significado muy específico.

“Esto - revela Marcela - es un pequeño resumen de nuestra Roma. Caminando por los callejones del centro, por el mercado de Porta Portese o por el parque Doria Pamphili, recogimos baratijas, plantas y flores que narran la experiencia que vivimos en esta ciudad”.

Como en Verba Volant, aquí también un invisible hilo de Ariadna une cada objeto y nos invita a reflexionar sobre la profundidad del mensaje de Gonzalo Golpe: para el artista, "Todo es Uno", concepto que siempre ha acompañado la historia de la humanidad.

Los antiguos egipcios lo llamaban Nun y Nunet, que es la sustancia padre/madre que impregna toda la materia y de la que se origina el mundo. Los filósofos griegos acuñaron el término Archè para definir la interconexión entre todos los elementos de la naturaleza: no es de extrañar que en el Oráculo de Delfos se exhorta al hombre a "conocerse a sí mismo, a conocer el Universo y los dioses". Más tarde, Giordano Bruno lo interpretó como una fuerza única, el amor, que une mundos infinitos y les da vida. Incluso en la física cuántica se afirma que cada partícula de energía está indisolublemente conectada con cualquier otra partícula que exista, más allá del espacio y el tiempo.

Inmersa en mis reflexiones, junto con el resto del grupo dejo la Academia y bajo los pocos tramos de escaleras que conducen al corazón de Trastevere. Mi mirada se detiene una vez más en el magnífico panorama y creo que Roma es la síntesis perfecta de "Todo es Uno".

En la Ciudad Eterna - la "capital del mundo" de Goethe, el "hogar del alma" de Byron - antiguo y nuevo, espíritu y materia, vicios y virtudes se unen para crear un lugar mágico, seductor, único. Ovidio lo había entendido bien cuando dijo: "Lo bello del mundo está todo aquí".

Portada: Verba Volant
imágenes de Danilo De Rossi