ÁNGELA RUIZ ROBLES – La pionera del libro electrónico
Simone Sperduto, periodista y autor del libro Ángela Ruiz Robles, la inventora española del libro mecánico que imaginó el moderno libro electrónico, comparte con nosotros sus perspectivas sobre la figura de esta visionaria inventora, no solo desde su faceta tecnológica, sino también desde su vida cotidiana.
Ángela Ruiz Robles tiene una historia que es muy admirable, de ingenio y perseverancia. ¿Cómo impactó todo esto en ti, Simone, y en tu trabajo?
La historia de esta maestra española es verdaderamente inspiradora. A lo largo de mi carrera, siempre he buscado aplicar esa misma combinación de esfuerzo, visión y, sobre todo, de inclusión. Lo que me conmueve es cómo, en su tiempo, ella ya pensaba en los que no tenían las mismas oportunidades. Esa capacidad para anticiparse a las necesidades de los demás es algo que aún intento poner en práctica en mi propia vida y trabajo.
En la presentación en Madrid, tuvimos el honor de hablar con el nieto de Ángela Ruiz Robles, Daniel, quien compartió algunos detalles sobre su vida cotidiana. ¿Qué nos puedes contar sobre esto?
Daniel, el nieto de Ángela, nos ofreció una visión fascinante y humana de su abuela, más allá de su faceta como inventora. Nos habló de cómo, a pesar de ser una figura tan adelantada a su tiempo, ella vivió una vida muy sencilla, dedicada a la enseñanza y a su familia. Aunque su genio era indiscutible, ella nunca buscó la fama o el dinero. Se dedicó completamente a su objetivo de mejorar el aprendizaje de los niños, especialmente a través de la tecnología, sin que eso la apartara de una vida muy humana y humilde.
Daniel también mencionó cómo, a pesar de vivir en una ciudad pequeña como Ferrol, Ángela se mantuvo en contacto con la innovación y las ideas más avanzadas de su época. Era una mujer inquieta que absorbía todo lo que la rodeaba. Sus primeros años en Santa Uxía de Mandía y en el hospicio de Ferrol, donde enseñaba a personas que no sabían escribir, fueron fundamentales para comprender su vocación. La empatía que tenía por los demás fue clave en su impulso para crear un dispositivo tan adelantado a su tiempo.
En el libro que escribiste, también se aborda el lado pedagógico de Ángela. ¿Cómo fue su enfoque para aplicar la tecnología en la enseñanza?
Ángela fue una pionera en integrar la tecnología en la educación. Si bien muchos piensan en ella principalmente como una inventora, su visión pedagógica fue igualmente revolucionaria. Ella entendió que la educación no solo se trataba de impartir conocimientos, sino de crear herramientas que hicieran el aprendizaje más accesible y atractivo. Su máquina para enseñar, la enciclopedia mecánica, no solo era un avance tecnológico, sino una forma de hacer la enseñanza más dinámica, aligerando la carga de los pesados libros y facilitando el acceso al conocimiento.
Lo que más me impresionó de su enfoque pedagógico fue su capacidad para prever el futuro. Ya en los años 40, ella pensaba en algo que hoy es común: la integración de la tecnología para destacar información, como lo haríamos hoy con un computador o una pantalla digital. Además, preveía la posibilidad de que los libros fueran más ligeros y que los dispositivos pudieran integrarse con otros avances como los audiolibros, mucho antes de que estos conceptos fueran parte de la educación moderna.
¿Ángela tuvo algún tipo de reconocimiento en vida por su contribución al campo pedagógico y tecnológico?
Sí, Ángela recibió varios reconocimientos importantes durante su vida. Uno de los más destacados fue la Medalla Alfonso X El Sabio, que le fue otorgada por su contribución a la educación. También recibió premios por parte de la Federación Española de Inventores y otros galardones en el ámbito de la innovación. Sin embargo, lo que más la caracterizó fue su enfoque humilde y su falta de interés en la fama o el dinero. Ella estaba más centrada en que su invención tuviera un impacto positivo en la educación.
Hoy en día, su legado es reconocido, y su figura como pionera en la utilización de la tecnología en la educación se mantiene viva. Este año, al cumplirse 50 años de su fallecimiento, estamos viendo más iniciativas para recordar su obra y su visión.
En cuanto a la relación de Ángela Ruiz Robles con la tecnología de su época, ¿cómo se mantenía al tanto de los avances en el campo tecnológico y científico?
Ángela era una persona muy inquieta y curiosa. Aunque vivía en una ciudad pequeña como Ferrol, se mantenía informada sobre los avances científicos y tecnológicos. Pertenecía a la Asociación de Inventores Españoles, lo que le permitió tener acceso a publicaciones y participar en congresos, principalmente en Madrid y Santiago. Aunque no sabemos si estuvo directamente en contacto con figuras como Alan Turing, sí sabemos que ella era una lectora constante, siempre absorbía las últimas ideas y las adaptaba a su visión pedagógica. Su capacidad de aprendizaje continuo era impresionante, y probablemente leyó artículos y publicaciones que la ayudaron a desarrollar sus invenciones.
¿Cuál dirías que fue el mayor reto al que se enfrentó Ángela en su carrera como inventora y pedagoga?
El mayor reto fue, sin duda, la soledad de su visión. En una época en la que la tecnología y las ideas innovadoras no eran tan accesibles ni comprendidas, Ángela estaba adelantada a su tiempo. Lo que hoy consideramos avances en la accesibilidad del aprendizaje era algo desconocido en su época. Muchos de sus contemporáneos consideraban sus ideas fantasiosas o poco realistas. Sin embargo, ella nunca se dejó desanimar. Su dedicación a la enseñanza y su convicción de que la tecnología podría cambiar el panorama educativo fueron más fuertes que cualquier obstáculo.
¿Cómo describirías la personalidad de Ángela fuera de su faceta como inventora?
Fuera de su faceta como inventora, Ángela era una mujer profundamente humana. Era reflexiva, reservada, pero con una mente increíblemente curiosa. Siempre escuchaba más de lo que hablaba, y creo que esa capacidad de escuchar la hacía aún más sabia. No buscaba la fama ni el reconocimiento, solo quería contribuir de manera práctica y significativa al bienestar de los demás. Su humildad y dedicación a la educación fueron características que definieron su personalidad tanto dentro como fuera del ámbito profesional.
Nos dijiste que Ángela fue respetada por la comunidad a pesar de estar tan aislada. ¿Cómo crees que logró mantener ese respeto?
Creo que Ángela logró mantener ese respeto porque siempre fue fiel a sus principios y su misión. Aunque no buscaba fama ni poder, su trabajo era reconocido por la calidad de sus contribuciones. Las personas que la conocían, especialmente aquellos que trabajaban con ella o la recibían como maestra, la respetaban profundamente por su generosidad, altruismo y dedicación. Ella no solo innovó en el ámbito de la tecnología, sino también en su forma de enseñar y conectar con los demás. Ese respeto fue el reflejo de su integridad y su incansable trabajo en pro de una educación mejor.
¿Qué esperas que pase en 2025, cuando se conmemoren los 50 años del fallecimiento de Ángela Ruiz Robles?
Espero que el reconocimiento de su figura siga creciendo. En 2025, al cumplirse 50 años de su muerte, espero que su legado reciba aún más atención y que se sigan realizando iniciativas, como programas televisivos o exposiciones, que pongan en valor su trabajo. Me encantaría que más personas, especialmente las nuevas generaciones, se familiaricen con su historia y con la importancia de su contribución al campo de la educación y la tecnología. Su trabajo era tan visionario que creo que todavía tiene mucho que ofrecer hoy en día, especialmente al ver cómo la tecnología sigue transformando la educación.
Sin duda, el legado de Robles es un ejemplo a seguir, no solo en términos de innovación, sino también en cuanto a humanidad.
Retrato de Ángela Ruiz Robles. Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, Eulogia Merle
Damos las gracias a Simone Sperduto por habernos dado la oportunidad de conocer a Ángela Ruiz Robles, inventora española que dejó una huella profunda en todos los que la conocieron. Y, con el tiempo, el mundo ha comenzado a reconocer la grandeza de una mujer que, sin quejarse, luchaba por mejorar la vida de los demás. Creo que eso es lo que debemos recordar de ella: una mujer visionaria, que no solo soñaba, sino que hacía realidad sus sueños; un hermoso testimonio.