JAPÓN – De Miyajima a Tokio, entre los cerezos en flor
Nuestra vida es un viaje,
que algunos pasan en barco; otros, en el camino,
hasta que los caballos de su carro envejecen.
¿No es el camino nuestro verdadero hogar?
Matsuo Bashō (1644-1694)
Hay algo mágico en el aire cuando Japón se viste de rosa: es la temporada de los cerezos en flor—los icónicos sakura—que transforman el país en una auténtica obra de arte viviente.
En la primera mitad de abril, hace algunos años, mi esposo y yo nos dejamos cautivar por este espectáculo natural, emprendiendo un viaje inolvidable de Miyajima a Tokio. Exploramos ciudades vibrantes, templos milenarios y paisajes incomparables en el mundo.
Ha pasado tiempo desde ese memorable viaje, pero cada vez que se acerca la temporada de los sakura, me encuentro de nuevo allí.
Tokio, una metrópoli que nunca duerme
Después de un largo vuelo, Tokio nos recibió con su energía y sus habitantes de sonrisa eterna. Cambiamos nuestros Japan Rail Pass y nos dirigimos al hotel: el acogedor, aunque compacto, Chi Sun Asakusa. Esa noche, frente a una comida ligera, reflexionamos sobre la aventura que nos esperaba mientras saboreábamos la atmósfera de la capital japonesa: una ciudad vibrante y ordenada al mismo tiempo.
Miyajima, la isla sagrada
Por la mañana partimos hacia Miyajima. Un viaje que ya es una experiencia: entre los trenes Shinkansen y el ferry JR, todo funciona con una precisión impecable. Al llegar a la isla, nos alojamos en el Ryokan Jukeiso, una estructura tradicional con una vista impresionante del famoso Torii rojo flotante y las pagodas de techos vermellones. La magia de Miyajima se amplifica por los cerezos en flor y la presencia de ciervos que deambulan libres por las calles. Nuestro momento es perfecto, ya que estamos en la época de máxima floración y el clima es muy agradable. Al atardecer caminamos hasta el Torii, accesible a pie durante la marea baja, y descubrimos la belleza de la isla iluminada por la luz cálida del sol poniente.
Hiroshima, memoria y renacimiento
Dedicamos la mañana a Hiroshima, una ciudad que, a pesar de mostrar aún las cicatrices de un pasado dramático, ha logrado transformarse en un símbolo de paz. El A-Dome, el Parque de la Paz y el Museo Memorial cuentan un capítulo doloroso de la historia mundial.
Un paseo a lo largo del río, entre los sakura y la gente que celebra el Hanami (la tradición de admirar la floración primaveral, símbolo al mismo tiempo de fragilidad y renacimiento), nos recuerda la extraordinaria tenacidad de este pueblo.
Después de un almuerzo de Okonomiyaki (una especie de pizza local, nacida después de la guerra), volvemos a Miyajima para explorar el santuario de Itsukushima y la calma regenerante del parque Momijidani.
Himeji, historia y sakura
Nos despedimos de Miyajima y nos dirigimos hacia Osaka, con una parada imprescindible en Himeji. Allí visitamos el majestuoso Castillo de la Grulla Blanca, una obra maestra medieval rodeada de un mar de flores de cerezo. Después de un almuerzo de soba y tempura, continuamos hacia Osaka, donde la energía de la ciudad nos conquista de inmediato.
Nuestro alojamiento en el Hotel Chi Sun Shinsaibashi nos ofrece la comodidad ideal para relajarnos antes de explorar el barrio y disfrutar de una cena sencilla pero realmente deliciosa, digna de la excelente reputación gastronómica de la ciudad.
Kioto y Nara, un vistazo al pasado
Un día intenso nos lleva a descubrir Kioto y Nara en un tour organizado. En Kioto, el templo Kinkakuji (el Pabellón Dorado) y el Castillo de Nijo nos cautivan con su belleza e historia. Por la tarde, en Nara, nos fascinan el Todai-ji, con su inmensa estatua del Gran Buda, y el Santuario Kasuga Taisha, inmerso en un paisaje de verde intenso. La lluvia y el frío nos recuerdan que cada viaje tiene sus desafíos, pero no afectan la atmósfera encantada de estos lugares; por el contrario, realzan su belleza.
Osaka, una ciudad que conquista
La segunda ciudad japonesa en número de habitantes después de Yokohama se revela como una joya. La visita al Castillo de Osaka y la exploración de la Shinsaibashi Shopping Arcade nos muestran una ciudad moderna y vibrante, pero con un alma auténtica. Nos sorprende el estilo único de las chicas y la atmósfera chispeante. Por la tarde regresamos a Tokio, donde nos espera una estancia tranquila en el barrio cercano a la imponente Torre de Tokio.
Tokio, entre el pasado y el futuro
En los últimos dos días disponibles, exploramos los barrios más icónicos de Tokio, sumergiéndonos en la cultura pop japonesa de Harajuku y Shibuya, y en el encanto nocturno de Shinjuku. No falta un momento de contemplación en el templo Zojoji, donde asistimos a una ceremonia religiosa. Por la noche, un paseo nos lleva bajo las luces brillantes de la Torre de Tokio.
Al día siguiente, nos perdemos entre las librerías de Kanda, los cerezos en flor de Ichigaya y las tiendas de lujo de Ginza, dándonos una pausa en uno de los cafés históricos de la ciudad.
¡Adiós, Japón!
Es hora de regresar a casa, pero no sin una última mirada nostálgica a la silueta inconfundible de la bahía de Tokio, vista desde el autobús que nos lleva al aeropuerto de Narita.
Dejamos el País del Sol Naciente con el corazón lleno de asombro y la promesa de regresar pronto, reflexionando sobre la belleza y hospitalidad que nos acompañaron en este increíble viaje, lleno de emociones y descubrimientos.
Desde los sakura de Miyajima hasta la tradición milenaria de Kioto y Nara, desde la energía vibrante de Osaka hasta los mil rostros de Tokio, Japón se ha revelado no solo como un destino increíblemente fascinante, sino como una experiencia única que combina a la perfección tradición y modernidad y que ha dejado una huella imborrable en nuestra manera de ver el mundo.
En la portada: Pagoda, Miyajima
Imágenes © Danilo De Rossi